A menudo nuestros queridos tigres domésticos solo muestran síntomas de enfermedad cuando esta ya es más seria. Un indicio de una enfermedad que necesita tratamiento puede ser cuando el gato ya no come con apetito. Sin embargo, también hay excepciones: por ejemplo, mientras que los perros o incluso los conejos dejan de comer cuando tienen dolor de muelas, un gato no suele hacer esto.
Por cierto, un gato se considera sano cuando es capaz de llevar una vida felina normal y apropiada para la especie sin dolor y sin tomar medicación.
Es recomendable observar al bigotudo con empatía y atención y acudir con regularidad al veterinario para las revisiones rutinarias.
Con un gato de exterior, las posibilidades de juzgar el estado de salud de tu compañero felino son más limitadas. Al fin y al cabo, la única manera de analizar sus heces y su orina es en el arenero. Cuando solo hace sus necesidades en la naturaleza, no hay forma de evaluar esto.
Procura que las heces que extraigas del arenero para que el veterinario las analice tengan la menor cantidad posible de arena. Es importante acudir de inmediato al veterinario si tu gato se comporta de forma sospechosa o parece estar sufriendo. Además, ten en cuenta que ningún libro o artículo de Internet, por muy experto que sea el autor, puede sustituir la opinión de un profesional.
Síntomas típicos de las enfermedades felinas
Lombrices: se considera que la infestación de lombrices está muy extendida entre los gatos de exterior. Por eso, se recomienda desparasitarlos con regularidad. Una infestación con el patógeno puede provocar diarrea, un pelaje descuidado, una posible demacración y la deshidratación, así como un mal estado general.
En casos muy graves, también puede provocar una oclusión intestinal o una peritonitis. Afortunadamente, los huevos excretados pueden identificarse claramente examinando las heces. Los preparados antiparasitarios son el medio para combatir la infestación de lombrices.
Clamidia: la Chlamydophila felis ataca la conjuntiva del ojo del gato. Esto lleva a una conjuntivitis (inflamación de la conjuntiva). Un síntoma evidente es un ojo lloroso y, después de unos días, el segundo ojo también puede verse afectado. Si el curso de la enfermedad es severo, el ojo sufre un daño considerable. Entre los síntomas también pueden estar el frío y la fiebre.
La enfermedad afecta con mayor frecuencia a gatos de entre cinco semanas y nueve meses. La transmisión se produce por contacto directo con la secreción ocular de un bigotudo enfermo. Es posible que el patógeno también se transmita del gato a los humanos.
El patógeno se puede detectar mediante una muestra de hisopo ocular. Si el gato no ha sido vacunado, la detección de anticuerpos puede apoyar la sospecha de un diagnóstico. Para el tratamiento se usan tetraciclinas (antibióticos). Este debería durar cuatro semanas.
En ciertas condiciones, que serán evaluadas por un veterinario, se puede recomendar la vacunación contra la clamidia. Esto solo es posible si el gato está expuesto a un mayor riesgo de infección, por ejemplo, cuando se encuentra en una protectora de animales.
Toxoplasmosis: es una infección causada por el protozoo Toxoplasma gondii. Los toxoplasmas son microorganismos unicelulares. El patógeno se extiende por todo el mundo e infecta sobre todo a los gatos, pero también a los linces, ocelotes y pumas. El felino se puede infectar a través de las heces de otros gatos, así como a través de presas infectadas con el patógeno, como ratones y aves. El riesgo de infección es mucho más alto en los gatos de exterior que en los de interior.
Los síntomas evidentes de la enfermedad son la falta de apetito, la pérdida de peso, el aletargamiento, los problemas respiratorios, la fiebre, los vómitos, la diarrea, los déficits neurológicos y la inflamación del aparato muscular. El veterinario puede determinar si tu gato ya ha tenido una infección. Después de una sola infección el gato a menudo tendrá un título de anticuerpos positivo en la sangre.
Con un análisis de sangre, el veterinario determina si el gato tiene toxoplasmosis. Además, examinará las muestras de heces en intervalos de dos semanas. El tratamiento consiste en antibióticos y antiparasitarios.
Rabia: es causada por un virus y se propaga por todo el mundo. La infección se produce por la mordedura de un animal infectado, pero también por contacto, como lamer o rascar. El patógeno entra en el cuerpo del gato a través de las heridas o las membranas mucosas por medio de la saliva y encuentra su camino hacia el cerebro a través de las vías nerviosas. Allí el virus se multiplica.
Desde ahí, el virus se propaga por todo el cuerpo y llega, entre otras partes, a las glándulas salivales. La transmisión tiene lugar a través de mordiscos. No todos los animales que sufren de rabia atacan a otros, de hecho, algunos se comportan de forma tan mansa que llama la atención. Pueden pasar hasta 200 días antes de la aparición de los síntomas.
La enfermedad aparece con síntomas como pérdida de apetito, dolor de cabeza, mareos, vómitos, dolor de garganta y fiebre de dos a siete semanas después de que se haya producido la infección. También se puede experimentar inquietud y ansiedad, así como miedo al agua. La hiperexcitabilidad general se expresa con un aumento del lagrimeo, la transpiración excesiva y la dilatación de las pupilas. La boca del gato comienza a expulsar saliva, pues tragarla le provoca calambres. A esto le siguen las convulsiones.
El animal fallece en un plazo de tres a cinco días. La enfermedad solo se puede demostrar claramente en el animal muerto. La vacuna contra la rabia ofrece una protección segura. Después de realizar la inmunización básica solo hay que repetirla cada tres años. Se recomienda la vacunación para todos los gatos de exterior.
Cómo mantener la salud del gato
Como cuidador del gato puedes hacer mucho para asegurar que tu amado minino se mantenga sano a largo plazo. Aun así es posible que se dé una enfermedad. En caso de duda, es importante que consultes a un veterinario, porque los gatos, como ya hemos descrito al principio, tienden ocultar los síntomas. Este comportamiento es instintivo, pues en la naturaleza podría ser peligroso que un felino sea percibido por otros como una víctima fácil.
También se recomienda que la vacunación se lleve a cabo de manera sensata. El veterinario puede usar varios parámetros para decidir qué vacunas son las mejores para tu minino. Sin embargo, tú, como dueño de un gato, también debes estar bien informado sobre las vacunas disponibles y la frecuencia con la que deben administrarse.
El percepto de las vacunas es: tanto como sea necesario, tan poco como sea posible. Ninguna vacuna puede garantizar el cien por cien de protección contra una enfermedad. Sin embargo, el beneficio de una vacuna sigue siendo mucho mayor que el riesgo asociado.
Una desparasitación regular también es obligatoria, sobre todo, porque la infestación por lombrices puede, en determinadas circunstancias, convertirse en un peligro no solo para el propio gato, sino también para el ser humano, si este tiene un sistema inmunitario debilitado. Lo mismo se aplica a los niños.