Tratamiento: ¿cómo se trata una cardiomiopatía hipertrófica felina?
Por medio de los hallazgos, el veterinario o el cardiólogo deciden si es necesario administrar medicamentos en la fase actual. Los gatos no son buenos pacientes cardíacos. Por eso, la terapia siempre debe adaptarse a cada animal y a la fase de su enfermedad. Otros factores que influyen en la elección del tratamiento son la aceptación de medicamentos por parte del gato y la tenencia (exterior o interior).
En una fase temprana, es frecuente que no haga falta ninguna terapia. Con un aumento considerable de la frecuencia cardíaca y las posibles alteraciones de las válvulas asociadas, los betabloqueadores o los bloqueadores de los canales de calcio pueden ayudar a reducirla. En casos de trastornos del ritmo cardíaco se pueden administrar antiarrítmicos.
¿Qué medicamentos pueden ser de ayuda?
En fases avanzadas, si ya ha aparecido un edema pulmonar o un derrame pleural, el tratamiento es obligatorio. Los diuréticos combaten el edema pulmonar. Además, los veterinarios administran medicamentos que favorecen la circulación (en general, inhibidores de la ACE).
En función del resultado de la ecografía, también se pueden emplear fármacos para aumentar la fuerza de bombeo (p. ej., pimobendán).
Si el veterinario detecta un engrosamiento de la aurícula o un coágulo, también administrará anticoagulantes (por ejemplo, clopidogrel). De este modo, se pretende prevenir la formación de tromboembolismos.
En algunos casos graves, también puede ser necesario puncionar las acumulaciones de líquido en el pecho o la cavidad abdominal.
¿Qué pasa si se produce una trombosis aórtica?
El tratamiento de la cardiomiopatía hipertrófica felina es complicado cuando se produce una trombosis aórtica. El método se decide en función de cuánto duren los síntomas, las dimensiones de las regiones afectadas y la localización. Lo más favorable para el pronóstico es iniciar la terapia lo antes posible.
Se administrarán analgésicos, anticoagulantes y medicamentos para ayudar al corazón. Con un poco de suerte, se conseguirá disolver el coágulo y devolver el riego sanguíneo a las extremidades. Sin embargo, pueden presentarse complicaciones importantes por la dispersión de toxinas desde las partes del cuerpo con menor riego sanguíneo. Por eso, el tratamiento debe tener lugar bajo la supervisión estricta del veterinario.
Además del tratamiento con medicamentos, es conveniente hacer controles anuales para ajustar la terapia en curso si es necesario.
Sin embargo, en casos avanzados conviene prescindir del tratamiento, por el bienestar del gato y por motivos de protección animal.