Megaesófago en perros

Megaesófago en perros

En los cachorros y perros jóvenes afectados, a menudo se da una forma hereditaria del megaesófago.

El megaesófago en perros es la enfermedad más común del esófago y es muy peligrosa. En este artículo te explicamos los síntomas y todo sobre el tratamiento y pronóstico de esta enfermedad.

¿Qué es?

El megaesófago en perros es una dilatación esofágica que suele deberse a una parálisis de los músculos de la pared del esófago.

La consecuencia es que la comida ingerida permanece en el esófago. En este momento, da comienzo la fermentación, por lo que se forman gases que provocan un aliento fétido.

¿Es peligroso?

Si no se trata, puede producirse una esofagitis y otras enfermedades graves.

Además de los efectos directos del megaesófago en la salud del perro, la enfermedad subyacente también constituye un riesgo serio.

Por desgracia, el ochenta por ciento de los perros afectados no sobreviven. Para aumentar las probabilidades de curación, es imprescindible acudir al veterinario lo antes posible.

Si tu perro tiene un megaesófago, mostrará regurgitación después de comer, normalmente de inmediato o más tarde. A diferencia de los vómitos, done el bolo alimenticio se expulsa activamente, con la regurgitación la comida refluye pasivamente desde el esófago o el estómago.

Además, los perros suelen presentar una mayor salivación o problemas con la ingesta de alimentos.

Aunque a veces se observan otros síntomas, como tos y debilidad, muchos perros tienen un buen estado de salud al inicio de la enfermedad.

Problemas con el avance de la enfermedad

Si tu perro no es capaz de ingerir suficiente comida por culpa del megaesófago, irá perdiendo peso gradualmente.

Además, si aspira trozos de comida por accidente, esto puede provocarle una neumonía por aspiración. Esta grave forma de neumonía se manifiesta con fiebre y tos, entre otras cosas.

Aparición temporal de los síntomas

Si el megaesófago canino es congénito, los síntomas aparecen en el cachorro, a menudo durante la fase del destete. Si la enfermedad se desarrolla más tarde, los síntomas en perros adultos se presentan paulatinamente.

¿Cuándo hay que ir al veterinario?

Todos los síntomas de enfermedad son un motivo para acudir al veterinario. En general, una visita a tiempo ofrece un mejor pronóstico del tratamiento.

Si se sospecha de megaesófago en perros, no hay que perder tiempo porque la enfermedad puede tener graves consecuencias. Además, es importante tratar la enfermedad subyacente lo antes posible y de manera correcta.

Los motivos de la aparición del megaesófago en perros no están claros del todo. Los científicos sospechan de una alteración de las fibras nerviosas eferentes. Como la peristalsis de la pared esofágica está debilitada o falla del todo, se produce el engrosamiento patológico del esófago.

Interesante: en el caso del megaesófago segmental, solo se ve afectado un tramo del esófago. No obstante, esta forma es muy poco frecuente.

Megaesófago congénito (primario)

El veinte por ciento de los cachorros y perros jóvenes afectados sufren la forma heredada del megaesófago. La causa probablemente sea un desarrollo alterado del sistema nervioso que inerva el esófago.

Los investigadores han descubierto que existe una variación genética en el pastor alemán que está relacionada con la enfermedad. Los machos presentaban un mayor riesgo de contraerla que las hembras.

Además, se ha observado que otras razas, como el setter irlandés y el schnauzer miniatura, también son más propensas.

Megaesófago adquirido (secundario)

Los perros adultos pueden desarrollar un megaesófago como consecuencia de varias enfermedades, como, por ejemplo:

La ingesta de cuerpos extraños también puede provocar un megaesófago en perros.

Megaesófago idiopático

Si no se encuentra ninguna causa, se habla de la forma idiopática de la enfermedad. Para diagnosticar esta variante, se debe realizar una serie de pruebas.

El veterinario te preguntará ampliamente sobre el historial médico del perro, su tenencia y su alimentación.

Además, realizará un primer chequeo general para determinar su estado de salud actual.

Auscultando los pulmones puede detectar un ruido respiratorio broncovesicular incrementado, que sería el primer indicio de neumonía por aspiración. Para confirmar el megaesófago en perros, el veterinario debe realizar estas otras pruebas:

  • Adspección y palpación: observando y palpando el tracto digestivo superior, puede detectar cambios iniciales, por ejemplo, en el esófago palpable en la entrada del tórax.
  • Métodos de imagen: para consolidar el diagnóstico, suele bastar con una radiografía lateral del tórax. No es necesario administrar anestesia. De hecho, sería contraproducente porque aumentaría el riesgo de que el perro inhale trozos de comida.
  • Análisis de sangre y pruebas de laboratorio: la sangre puede ofrecer indicios de una posible enfermedad subyacente. Por ejemplo, el veterinario puede extraer suero sanguíneo y enviarlo a un laboratorio en busca de receptores de acetilcolina, que apuntan a una miastenia grave. Esta enfermedad autoinmune puede estar relacionada con un megaesófago. En caso de sospecha de enfermedad de Addison (hipoadrenocorticismo), se necesita una prueba de estimulación con ACTH.

Interesante: es raro que se realice una endoscopia del esófago porque este método no ofrece indicios de la posible causa.

La prioridad de la terapia coadyuvante es adaptar los hábitos alimenticios, algo que deberás hacer inmediatamente después del diagnóstico. El objetivo es dirigir el bolo alimenticio por el esófago sin obstáculos con ayuda de la gravedad.

Si la causa del megaesófago en perros es una enfermedad subyacente, es importante tratarla, además de la terapia coadyuvante.

¿Cómo se alimenta a un perro con megaesófago?

Si tu perro tiene un megaesófago, deberás asegurarte de que coma suficiente y mantenga la comida en el estómago. El objetivo del cambio de alimentación también es reducir el riesgo de una neumonía por aspiración.

Sigue las instrucciones siguientes:

  • Coloca el bebedero y el comedero de manera que la cabeza y la mitad delantera del perro se encuentren por encima de la mitad trasera. Para ello, puedes colocar las patas delanteras del perro sobre un peldaño.
  • Asegúrate de que el perro permanezca en esta posición unos minutos después de comer y beber.

Megaesófago en perros: alimentación para perros afectados

Para facilitarle la ingesta de comida, es importante que le ofrezcas comida lo más blanda posible a partir de ahora. La comida húmeda es la más indicada. También puedes darle pienso remojado en agua.

Si el perro está por debajo de su peso, dale un alimento con un alto contenido calórico. De este modo, te asegurarás de que esté bien nutrido pese a la regurgitación.

El megaesófago canino es una enfermedad grave que siempre requiere atención veterinaria. Aunque la función esofágica puede recuperarse al cabo de unos meses en la forma idiopática o congénita, a menudo no hay ninguna mejoría.

¿Qué complicaciones pueden producirse?

Un megaesófago en perros puede traer varias complicaciones que suponen un grave riesgo para la salud del peludo.

Los principales son un mayor riesgo de neumonía por aspiración, una septicemia y trastornos de coagulación.

¿Qué esperanza de vida tiene un perro con megaesófago?

La esperanza de vida media de los cachorros con la forma congénita es de seis años y medio. En el caso de los perros adultos, es de solo tres meses.

¿Hay que sacrificar al perro?

Pese a todos los esfuerzos, no siempre se consigue detener la regurgitación en los perros enfermos. Ni siquiera las sondas especiales son siempre suficientes para mantener la comida en el perro.

Por eso, es posible que en algunos casos se considere la opción de la eutanasia.

Megaesófago en perros
Alimenta a tu perro de manera que la parte delantera del cuerpo esté más alta que la trasera.

Prevención: ¿cómo se puede evitar?

Debido a las numerosas causas que lo provocan, el megaesófago en perros no se puede evitar. Lo único que se puede hacer es reducir los factores de riesgo siguiendo estos consejos:

  • Aliméntalo de forma acorde a la especie.
  • Llévalo al veterinario periódicamente.
  • Contrólale el peso de vez en cuando.
  • Guarda las sustancias tóxicas en un lugar fuera de su alcance.
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