Historia
Cuando se piensa en la historia del pinscher miniatura, su instinto guardián y cazador resulta comprensible. Los perros de tipo pinscher descienden de los perros de las turberas, que fueron compañeros de los hombres hace miles de años. Tal y como demuestran los huesos y cráneos encontrados, este arquetipo de perro ya vigilaba los asentamientos durante la Edad de Piedra y mantenía alejados a los roedores y demás animales indeseados. A finales del siglo XIX, los pinscher se podían encontrar en casi todas las granjas. También conocidos como perros ratoneros, eran muy apreciados por los agricultores, por su gran capacidad de atención y por su talento para la caza de ratas y ratones. Ni siquiera los animales más huidizos, como las ratas, lograban escapar de las rápidas y hábiles zarpas de este perro de naturaleza despierta.
Los pinscher de pelo liso y los de pelo áspero, hoy conocidos como schnauzer, pertenecían, en aquella época, al mismo tipo de raza canina, según declara el Club Pinscher-Schnauzer, fundado en 1895 y presente todavía en la actualidad. A principios del siglo XX, el fundador del club, Josef Berta, comenzó a considerarlos dos razas diferentes. La cría de los pinscher miniatura de pura raza empezó muy pronto y, rápidamente, este perro se distanció de sus parientes de mayor tamaño. A diferencia del pinscher alemán, el miniatura no tardó en ser apreciado como perro doméstico. Entre los siglos XIX y XX, ya formaba parte de muchos hogares. En el registro genealógico del Club Pinscher-Schnauzer, de 1925, ya constaban 1300 inscripciones. A las mujeres de la alta sociedad les gustaba engalanarse con este animal pequeño y elegante. Ya en 1937, Felix Ebner, describió así al perro del momento: «Requiere poco espacio y pocos cuidados, puede ser muy educado y correcto; incluso en sus pequeñas desobediencias, resulta gracioso y encantador. Con sus patitas limpias y su pelaje corto y liso, puede colocarse sin miedo sobre la tapicería más elegante […]».
Como uno de los primeros criadores de la raza, Josef Berta, se dio cuenta de que la imagen del simple perrito faldero no encajaba en absoluto con el pinscher miniatura. De hecho, estaba tan contento con su propio pinscher mini Max v. Klein-Paris que escribió: «He tenido algunos perros mansos; otros que han dejado un recuerdo imborrable en mi hogar. Max los superó a todos ellos; el mejor, más inteligente, más agradable y más eficiente compañero que he tenido jamás». Con sus alabanzas, Josef Berta, animó a otros criadores a interesarse por esta raza tan especial. Él y sus compañeros fueron quienes hicieron del pinscher miniatura el perro que es en la actualidad: un compañero inconfundible, valiente y que posee un buen carácter, una salud fuerte y una gran belleza.