Piometra en perras

Piometra en perras

La piometra en perras puede ir acompañada de malestar general y problemas en la ingesta de agua.

Según estudios, la piometra en perras no es ninguna rareza porque la sufre una de cada cuatro perras no castradas. Te explicamos los peligros de esta enfermedad y cómo puedes ayudar a tu perra.

¿Es muy peligrosa?

Si tu perra tiene una infección de útero y no recibe tratamiento a tiempo, el pus puede penetrar en la pared uterina y provocar daños graves.

Por eso, debes tomarte en serio los síntomas de una piometra en perras y proporcionarle atención médica a tu animal.

¿Qué perros son más propensos?

La infección uterina en perros también se denomina piometra canina. Solo afecta a hembras no castradas, particularmente a las mayores.

Como las hormonas sexuales influyen en la aparición de la enfermedad, la piometra aparece a menudo al final del celo.

Piometra en perras © yavdat / stock.adobe.com
Al primer signo de infección uterina en perros, debes acudir al veterinario de inmediato.

Síntomas: ¿cómo se manifiesta?

La piometra en perras puede desarrollarse con o sin afectar al estado general del animal. Además, las perras afectadas presentan una mayor ingesta de agua y micción, y tienen dolor.

Formas de piometra

Los veterinarios distinguen entre dos formas de piometra en perras:

  • En la piometra abierta, el útero ya está vacío antes de que la enfermedad se haga patente. Una característica típica es una secreción purulenta repentina, aunque la perra parece sana en la mayoría de casos.
  • En la piometra cerrada, el pus del útero no se vacía solo y, por tanto, los síntomas son más graves. Las perras afectadas están débiles y pueden tener fiebre. Según cómo transcurra la enfermedad, también pueden tener vómitos o consecuencias mortales, como una septicemia.

¿Cuándo debe tratarla el veterinario?

Si tu perra tiene secreción vaginal fuera del celo con pus o mal olor, llévala al veterinario. También debes llevarla si parece cansada o presenta una ingesta de agua distinta.

Tómate estos síntomas en serio porque, si actúas demasiado tarde, podrías poner su vida en peligro.

Diagnóstico: ¿cómo se detecta?

Como el cuadro clínico de la piometra en perras puede parecerse al de otras enfermedades, es importante acudir al veterinario. Valiéndose de varios métodos, este confirmará el diagnóstico tras un chequeo general y un examen de los órganos sexuales externos. Estos métodos pueden ser:

  • Colposcopia (endoscopia): en esta endoscopia de la vagina se emplea un endoscopio en forma de varilla con una cámara en el extremo. Con este colposcopio se puede determinar si el pus proviene de la vagina o de otros órganos, como el útero.
  • Citología: con la citología exfoliativa, el veterinario puede observar bajo el microscopio el epitelio vaginal, es decir, las capas celulares externas. Un signo de inflamación es la presencia de granulocitos neutrófilos, una subforma de los glóbulos blancos.
  • Ecografía: para analizar ampliamente el estado del fluido del útero, el veterinario puede observarlo con radiografías o ecografías. Este último es el método más utilizado.
  • Análisis de sangre: sacándole sangre a la perra, el veterinario puede hallar indicios de una inflamación. Un signo frecuente de piometra en perras es una leucocitosis, es decir, una mayor concentración de glóbulos blancos.

Tratamiento

Antes de que el veterinario inicie el tratamiento, la circulación de la perra debe estar estable. Esto se puede conseguir con una terapia de infusión o administrando oxígeno.

Además de antibióticos y analgésicos, hay que decidir si optar por un tratamiento quirúrgico o uno conservador. Con unas pocas excepciones, el tratamiento estándar de la piometra en perras es la ovariohisterectomía (castración).

Alternativa: tratamiento conservador

Si se trata de un animal de cría o se sospecha de efectos secundarios graves de la castración, como incontinencia, el veterinario puede tomar medidas conservadoras.

Para ello, le administra varios medicamentos según el estado de su ciclo y controla el éxito del tratamiento con ecografías. Las fases siguientes son importantes para ello:

  • Diestro (poscelo): durante el diestro, la concentración de progesterona suele ser de dos nanogramos por mililitro. En este momento puede administrarse aglepristona, un antagonista de la progesterona, que provoca la apertura del cuello del útero. La administración adicional de prostaglandina F2α hace que la musculatura del útero se contraiga y vacíe el pus.
  • Anestro (fase de reposo): si la concentración de progesterona se encuentra en la región basal, los antagonistas de la progesterona no tienen efecto. Por eso, en esta fase del ciclo solo se necesita la prostaglandina F2α.

Causas: ¿cuáles son los desencadenantes?

La causa de la piometra en perras es una inflamación uterina provocada por una infección bacteriana. Al final del celo, las bacterias pueden aumentar porque, en este momento, el orificio cervical aún está abierto.

Como en otras enfermedades, las hormonas sexuales desempeñan un papel primordial en la aparición de la piometra en perras.

Aumento natural de la progesterona al final del celo

Al final del celo, el nivel de progesterona aumenta cada vez más. Esto hace que el orificio cervical se cierre y la susceptibilidad de la mucosa a los patógenos se incremente.

Además, la progesterona provoca que la mucosa uterina desprenda mucho más fluido. Este es un entorno ideal para las bacterias en auge, que causan cada vez más pus.

Progestágenos

Para prorrogar el celo o como medida anticonceptiva, el veterinario puede administrar progestágenos. Sin embargo, estos fármacos tienen el inconveniente de que pueden provocarle enfermedades de los órganos sexuales a la perra. Además de la piometra canina, también pueden ocasionar quistes ováricos.

Pronóstico: ¿tiene cura?

Si detectas los signos a tiempo y vas al veterinario lo antes posible, el pronóstico sin complicaciones, como un fallo de la función renal, es posible. El factor del tiempo es decisivo en esta enfermedad.

Alto peligro de recidiva con el tratamiento conservador

Si tu perra recibe un tratamiento conservador, deberás vivir con el riesgo de que la enfermedad reaparezca (recidiva). Alrededor de un cuarto de las perras así tratadas vuelven a contraer piometra.

Prevención: ¿se puede evitar?

La mejor manera de prevenir la piometra en perras es la castración. Si la castración no es una opción para ti porque quieres criar con tu perra u otro motivo, toma nota:

  • Observa siempre el ciclo de tu perra.
  • Lleva el control de cuánto bebe y cuánto orina.
  • Llévala al veterinario en cuanto observes cambios en su estado de salud.
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