Boyero de Appenzell

Boyero de Appenzell

El boyero de Appenzell es un perro temperamental con muchas ganas de trabajar.

El boyero de Appenzell no es un perro para gente casera. Este enérgico peludo de la región de Appenzell se criaba como perro de granja y pastoreo. Sin embargo, con un cuidador/a deportista que le ofrezca suficiente ejercicio, puede ser un perro familiar estupendo.

Carácter

Arrear un rebaño de doscientas cabezas por un terreno extenso no es ningún problema para el boyero de Appenzell. Es despabilado, resistente y muy dinámico. ¿Tirarse en el suelo y holgazanear todo el día? Ni hablar del peluquín.

A este perro lo criaban para trabajar con los ganaderos y pastores suizos. Por lo tanto, tiene un afán de trabajar impresionante por naturaleza. Sus ganas de trabajar, resistencia y deseos de aprender no solo lo hacen ideal para pastorear y arrear el ganado. También lo convierten en un perro de trabajo muy versátil. Así pues, es ideal para una formación como perro de avalanchas, sanitario y guía.

Su instinto guardián incorruptible, su fidelidad y su valor también hacen de él un fabuloso perro guardián y protector. Es un observador atento y un vigilante eficaz de casas y granjas que manifiesta su atención con ladridos fuertes.

Así pues, el appenzeller sennenhund no es silencioso en absoluto. Ya sea vigilando, jugando o, simplemente, de emoción, su voz aguda es muy marcada. Sin embargo, esta pasión por ladrar se puede controlar relativamente con un buen adiestramiento. Al fin y al cabo, el appenzeller es obediente y tiene ganas de aprender.

Es fiel a su cuidador/a y realiza las tareas encomendadas con eficacia. Además, es inteligente y posee una gran habilidad de observación. Puede captar rápidamente los gestos de su persona de referencia y reaccionar en consecuencia. Pese a su temperamento, es muy sociable y mantiene una relación muy profunda con ella.

Asimismo, se muestra muy sociable y alegre con los demás miembros de la familia. Le encanta jugar y retozar con los niños. No obstante, es posible que les muerda en la pierna jugando por pura emoción, sobre todo de pequeño. Aunque esto no lo hace con mala intención, no es deseable. Con una buena combinación de amor y firmeza, la convivencia con este perro suele ser armoniosa y nada problemática.

También se lleva bien con otros animales domésticos. Ante los desconocidos, primero muestra cierta desconfianza, pero nunca agresividad ni signos de morder. Eso sí, en caso de peligro real, no dudará en defender a sus seres queridos. Por tanto, el boyero de Appenzell es el perro de compañía ideal para familias deportistas que valoren su instinto protector, fidelidad y robustez.

Boyero de Appenzell © kurtzemedia / stock.adobe.com
Desde la parte superior de la cabeza hasta el hocico, pasando por el puente nasal, debe haber una línea blanca bien visible.

Aspecto

La seguridad en sí mismo y la vivacidad de este perro se ven a primera vista. Sus movimientos rápidos y su expresión pícara revelan el tipo de perro que es. Cuando entona sus ladridos fuertes y agudos, se asegura el respeto de quien tenga delante.

Además, el boyero de Appenzell también destaca por su apariencia, aunque al principio no se favoreciera tanto el aspecto de belleza en la cría. Es un perro mediano, casi cuadrado y bien proporcionado en todos los sentidos.

Su cuerpo ágil y musculoso alcanza una altura de cruz de 52-58 cm en los machos. Las hembras, solo algo más pequeñas, alcanzan una altura de 50-54 cm. El estándar no estipula el peso, que suele ser de entre 25 y 32 kg.

La cabeza está bien proporcionada respecto al cuerpo y es ligeramente cuneiforme. Presenta una frente plana y un stop poco marcado. Las orejas triangulares son de inserción alta y las mantiene planas en posición de reposo. En estado de alerta, se yerguen por la base y forman un triángulo con la cabeza.

Los pequeños ojos almendrados los tiene ligeramente inclinados y de un marrón entre oscuro y claro. Bajo el cuello corto y fuerte presenta un pecho ancho y muy profundo con un antepecho marcado. Otro rasgo característico es la cola peluda, que lleva enroscada sobre el lomo.

Tan simétrica como su constitución es la coloración del pelaje. El pelo doble es de un color base negro con marcas uniformes blancas y rojo pardo. Un lucero blanco bien delimitado va desde la coronilla hasta el hocico y desde la barbilla hasta el pecho. Las patas y la punta de la cola también son blancas.

Además del negro típico, también se admite el pardo como color de base. El pelo doble corto y sólido es brillante y cuenta con un subpelo denso y frondoso. Este lo protege eficazmente contra la lluvia, el viento y el frío.

Historia

El carácter y el aspecto del appenzeller sennenhund están perfectamente adaptados a las condiciones de su región natal. Como su nombre ya indica, proviene de los Alpes suizos. Junto con el sistema económico rural, se convirtió en el perfecto pastor y arreador del ganado.

Aunque se desconoce el origen exacto de la raza, se sospecha que sus antepasados eran los perros de guerra romanos. Estos perros acompañaban a los romanos en sus cruzadas por los Alpes. Los primeros criadores eran campesinos de Appenzell, que los tenían y criaban por su talento para el trabajo. El boyero de Appenzell sigue utilizándose hoy en día como perro pastor y guardián en las granjas.

Su sorprendente versatilidad como perro de trabajo se describió por primera vez en el libro Tierleben der Alpenwelt, de 1853. El primer promotor de la raza fue el guardabosques suizo Max Sieber. Este solicitó el primer distintivo para el boyero de Appenzell a la Sociedad Cinológica Suiza (SKG) a finales del siglo XIX.

En 1898 se presentaron ocho boyeros de Appenzell por primera vez en la nueva categoría sennenhunde en una exposición internacional. Por sugerencia del geólogo y cinólogo zuriqués Albert Heim, comprometido con los boyeros suizos y, concretamente, con el de Appenzell, en 1906 se fundó el primer club de la raza.

El Appenzeller Sennenhunde Club pretendía impulsar la cría pura de la raza para mantener y fomentar su naturalidad. En 1914, Heim estableció el primer estándar vigente de la raza.

Hoy en día, el boyero de Appenzell es una raza independiente reconocida por la FCI. Está clasificado con el número 46 en el grupo 2 (perros tipo pinscher y schnauzer, molosoides, perros tipo montaña y boyeros suizos) y en la sección 3 (perros tipo montaña y boyeros suizos). El grupo de los boyeros suizos lo conforman el boyero de Appenzell, el gran boyero suizo, el boyero de Berna y el boyero de Entlebuch.

A diferencia del de Berna, el de Appenzell siempre ha sido una raza rara con una base de cría reducida. Según la VDH, en Alemania solo nacen entre sesenta y setenta cachorros al año. De hecho, en España ni siquiera figura en el registro de inscripciones de la Real Sociedad Canina. La fundación suiza ProSpecieRara, dedicada a la protección de la diversidad de especies de plantas y animales raras y a la conservación de su naturalidad, se ha hecho cargo del boyero de Appenzell.

Cría y salud

La base de cría extremadamente reducida del boyero de Appenzell y el número moderado de animales de cría adecuados requieren una cría muy responsable y cuidadosa para prevenir enfermedades hereditarias. Así pues, el Appenzeller Sennenhunde Club solo admitió el diez por ciento de los cachorros inscritos entre 1963 y 2012.

Los criadores serios y responsables no intentan obtener y vender el máximo de cachorros posible. En realidad, lo que les importa es su salud y conservar el excelente factor hereditario de la raza. Con pruebas exhaustivas de los padres y cachorros, así como normas de cría estrictas, el riesgo puede reducirse.

Los problemas articulares (displasia de cadera y codo, y osteocondrosis), las enfermedades oculares (cataratas), los defectos cardíacos y los problemas cutáneos con la edad, como tumores, son las enfermedades típicas de la raza más frecuentes.

Es evidente que estas numerosas pruebas médicas le cuestan mucho dinero al criador. Junto con los gastos de afiliación a la asociación, las aprobaciones, los gastos de desplazamiento, la comida, el veterinario, el chip y muchas cosas más, el precio de venta apenas lo cubre todo.

Por tanto, cuenta con un precio de entre 1000 y 1200 euros por un cachorro sano, cuidado, desparasitado y vacunado. Este precio es más que razonable por un perro sano que dará muchas alegrías a tu familia durante quince años.

Boyero de Appenzell © michaklootwijk / stock.adobe.com
El boyero de Appenzell necesita mucho entretenimiento.

Alimentación

La salud del boyero de Appenzell no solo está en manos del criador. Aunque él da el primer paso, conservarla es responsabilidad del cuidador/a. Los cachorros sanos con un buen material genético suelen ser muy robustos. Para ellos, normalmente basta con un chequeo anual en el veterinario para explorarlos y ponerles las vacunas.

Que tu perro conserve la figura y siga estando activo como sus antepasados, los pastores de los campesinos de Appenzell, lo determina en gran medida su alimentación. En relación con su tamaño, el boyero de Appenzell necesita cantidades realmente pequeñas. Una alimentación demasiado copiosa o energética le provocaría sobrepeso. Además, en perros en edad de crecimiento, podría tener consecuencias graves.

Un aporte inadecuado de proteínas, minerales y vitaminas puede acelerar el crecimiento. Esto, a su vez, puede ocasionarle problemas articulares o musculares, así como enfermedades en los órganos internos. Los signos de sobrepeso son la apatía y que las costillas y el hueso ilion no se perciban fácilmente. Las comidas pequeñas con un alimento de buena calidad ralentizan el crecimiento y favorecen los huesos, músculos y órganos.

Esto no significa que tu perro deba pasar hambre, ya que un boyero de Appenzell activo necesita energía. La alimentación debe cubrir su demanda energética diaria y proporcionarle los nutrientes, minerales y vitaminas que necesita. Además del contenido energético y proteico, también debes fijarte en el contenido de calcio, fósforo y vitamina D3. Lo mejor es que pidas al criador o veterinario un plan nutricional y consejos sobre el mejor alimento para él.

Tenencia, cuidados y adiestramiento

Para prevenir el sobrepeso, es imprescindible que el boyero de Appenzell haga mucho ejercicio. Como perro de trabajo que podía arrear un número enorme de ovejas o vacas por terrenos extensos, necesita moverse mucho.

Sin duda, el boyero de Appenzell no es un perro para gente casera. Al contrario: su temperamento vivo y resistente requiere a alguien deportista que haga más cosas con él que solo salir a pasear. Una buena actividad sustitutiva del pastoreo son los deportes caninos como el agility. Sin embargo, también puede acompañarte a montar en bicicleta o hacer dog trekking contigo (excursiones largas con perro).

En comparación con el ejercicio, los cuidados del pelaje de este perro son realmente sencillos. Así pues, basta con cepillarle el pelo duro corto de vez en cuando.

Si está estimulado física y mentalmente, adiestrar a este perro tan aplicado es muy fácil. Gracias a su sensibilidad, su facilidad de comprensión y sus ganas de aprender, los éxitos de adiestramiento llegan enseguida. Sin embargo, necesita cierto rigor y perseverancia, como todos los perros.

Para practicar las normas de comportamiento y, por ejemplo, mitigar los ladridos, tus objetivos y las órdenes deben ser claros. Además, deberás repetirlas una y otra vez. También es aconsejable apuntarlo a una escuela canina. No obstante, lo más importante para que la convivencia sea armoniosa es la paciencia, la confianza mutua y la alegría.

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