Un capricho muy confortable
En un primer momento Bea no acababa de fiarse porque al asomarse a la cueva los pelitos blancos le hacían cosquillas en las orejas, pero una vez dentro parece encantada, durmió en ella desde la primera noche. De momento, el resto del día sigue en sus rincones habituales, pero cuando salgo, suele meterse en la cueva.